El 16 de noviembre del año pasado, firmé en mi despacho del Ayuntamiento de Castelló, una declaración institucional en la que pedíamos a la Conselleria de Cultura, que declarase BIC, de acuerdo con lo que establece la Ley 4/1998 de 11 de Junio de Patrimonio Cultural Valenciano, en la categoría de Bienes Inmateriales, a Les Normes de Castelló.
Pedíamos también informes previos al Consell Valencià de Cultura, la Universidad Jaume I y la Academia Valenciana de la Llengua. Votamos afirmativamente todos los grupos municipales presentes en aquel momento en el Consistorio. Alberto Fabra, hoy President de la Generalitat, era Alcalde de la ciudad, y seguro que me guardaría de mentir, si afirmo que con su beneplácito, fui yo personalmente quien hice una serie de gestiones para desbloquear el informe que una de las entidades retrasaba de forma injustificada. Finalmente todos los informes fueron favorables, y el expediente llegó a Conselleria.
Hoy (ayer para el lector) me ha llamado por teléfono Josep Maria Pañella, nuestro Diputado por Castelló, para informarme que la Comisión había dictaminado favorablemente y por unanimidad, la declaración de las Normes de Castelló, como Bien de Interés Cultural.
Pañella y yo nos hemos felicitado mutuamente, conscientes de que estábamos honrando la memoria del P. Lluís Fullana, de Lluís Revest, de los miembros de la Castellonenca de Cultura: Salvador Guinot, Ángel Sanchez Gozalbo, Gaetà Huguet Segarra, Josep Pascual Tirado, Ramon Huguet, Joan B. Porcar, Maximià Alloza, Emili Calduch, Honori Garcia, Lluís Sales Boli… junto con otros ilustres valencianos como J. Sanchis Sivera, Nicolau Primitiu, Teodor Llorente Falcó, E. Martínez Ferrando, Carles Salvador, Ignasi Villalonga, F. Almela i Vives, E. Soler Godes, Thous Llorens, E. Duran i Tortajada (que por cierto era primo hermano de mi abuelo), F. Mateu Llopis, Manuel Sanchis Guarner, Antoni Igual y F. Bosch Morata.
Todos ellos hombres (malos tiempos para las mujeres) de cultura, que hicieron un esfuerzo por codificar y unificar nuestra lengua. Ni fue fácil entonces, ni incomprensiblemente lo es aún ahora. Por eso, la declaración de Bien Inmaterial de aquel sencillo texto normativo es un éxito colectivo que viene a recalcar, a pocos días del aniversario de su firma, la vigencia de aquellas bases, la importancia casi visionaria de aquellos “lletraferits” y la vocación de futuro de una lengua viva y útil.
La lengua en la que Joanot Martorell, señora Consellera, escribió Tirant lo Blanch. La lengua, en la que miles de valencianas y valencianos queremos educar a nuestros hijos e hijas. “Quin fillol oblidaria la rabassa maternal?”
1 comentari:
Enric: molt bona notica, ja era hora que ens escolten!
Bona nit,
Robin Hood of Sherwood
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